Ciertos agentes de la policía federal argentina, a quien idolatré desde niño por su altísima dignidad, presencia, capacidad resolutiva, honradez , se han convertido en delincuentes comunes.
Detienen a colectivos del interior que salen de hacer compras en La Salada o entran a la misma; no los revisan para investigar el delito, sino que piden coimas a razón de pesos 50 o 100, o 200 por pasajero.
No estaban custodiando a la sociedad, sino que estaban pidiendo peaje al delito.
La cámara oculta del canal América fue lapidario, y yo me llené de vergüenza.
Espero que hayan sido dejados cesantes.